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La importancia de interpretar el objeto

No hay mayor premio para una persona que se dedica a la Arqueología que encontrar un objeto. A partir de ese descubrimiento, el artefacto pasa a formar parte de ti. Es como si fuera tuyo. 

De hecho, hace unos días, un antiguo compañero colgaba una foto de una pieza arqueológica en su muro de facebook. Se trataba de un plato de época romana decorado a lo “millefiori” de una belleza considerable. Ahí estaba, impertérrito ante el paso del tiempo y las miles de miradas que le asomaban cada día desde su vitrina que, a modo de palco, le muestra al mundo en uno de los mejores museos arqueológicos del mundo.

El caso es que, a sabiendas de la ilusión que iba a crear entre sus antiguos compañeros de fatigas, nos etiquetó a todos los que fuimos testigos de su descubrimiento, un día de verano como podría ser el de hoy, pero de hace 10 años. El entusiasmo con que su descubridora dejaba su agradecimiento reflejaba la tremenda alegría y el vínculo que se genera con tu descubrimiento; que nada tiene que ver con su valor histórico. Ya sabes. El amor por los objetos de la Arqueología…

El objeto arqueológico y su tiempo

La cuestión aquí no es evocar viejos recuerdos sino otra cosa, relacionada con las piezas, eso sí. Y al hilo de ese afecto que se crea entre el objeto y su descubridora, me planteaba el valor de la cultura material dentro del discurso histórico. Es decir, qué puede decir el objeto de su tiempo o lo que es lo mismo: interpretar el objeto.

En ocasiones, los restos materiales que encontramos en un yacimiento arqueológico son muy numerosos. Y se trata de no dejar nada sin documentar (no vaya a ser que…) con lo que a veces nos encontramos con una gran cantidad de artefactos por estudiar. Pero muchos quedan ahí, en el yacimiento. Otros pasan al depósito y los de mayor suerte tienen un espacio en una vitrina de algún museo.

Y cada momento de la historia cuenta con unos objetos determinados. Unas piezas con sus peculiaridades propias de su tiempo que nos permiten identificarlas en el espacio y el tiempo ordenándolos por categorías. Cada tiempo tiene sus artefactos y nos cuenta cómo era su época y la sociedad a la que pertenecían.

Las limitaciones de la cultura material

Pero los artefactos no nos pueden decir todo sobre su tiempo. A pesar de que los objetos nos ofrecen una gran cantidad de información sobre el pasado, no bastan para componer el relato histórico.

Volviendo al plato de millefiori, tras su periplo ha terminado en la vitrina de un museo. Allí, mudo y paralizado, trata de transmitir “su historia”. En realidad, hay qué decir que, el plato, por sí solo, no dice absolutamente nada.

Por eso, la pieza aparece en el museo con esa etiqueta al lado o bajo ella donde ofrece al visitante algunas indicaciones breves. Pero también es importante contar con los expertos, ya sean estos las guías, arqueólogos o conservadores, para interpretar el objeto y ponernos en su contexto.

Interpretar el objeto por tanto es imprescindible. Más si cabe cuando el artefacto se encuentra en la vitrina de un museo. Cuánto valor tendría que mi compañera pudiera estar ahí, junto a la vitrina para contar viva voce cómo fue su descubrimiento, bajo que contexto apareció, con qué otras piezas se encontraban, de qué época provenía, qué uso se le dio…

Por eso es importante que te cuestiones cada pieza de un museo cuando lo visitas. Aquí tienes algunas pautas para ello. La interpretación consiste en darle voz al objeto para facilitar su comprensión. Y nadie mejor que un intérprete del Patrimonio cultural para ello.

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